Y dijo Mariano: “Haré que el déficit público se reduzca” y
el pueblo vio que era bueno. Después dijo: “Haré que disminuya el paro” y el
pueblo vio que era bueno. Terminó diciendo: “Bajaré los impuestos” y el pueblo
vio que era bueno y justo.
Y hubo un desalmado que preguntó: ¿Y como lo hará?. Dijo
Mariano: “Mire usted, es fácil, haciendo las cosas como Dios manda crearemos
empleo, miles de puestos de trabajo, estos trabajadores pagarán más impuestos y
cotizarán a la Seguridad Social. Con sus impuestos reduciremos el déficit
público y con menos déficit público nos podremos permitir reducir impuestos. Y
esto será Jauja y los españoles serán felices para siempre”. Y el pueblo lo votó porque vió que era bueno.
Y llegó el
décimo día y no crearon empleo y todo se fue al barranco y aún nos seguimos
preguntando si estamos asidos al borde del precipicio, cayendo por el
precipicio, a punto de destrozarnos en el precipicio o asidos de una costura de
la falda de Mamá Merkel para no caernos por el precipicio.
Y el pueblo anda preguntándose como narices acertar a la próxima.
Y el pueblo anda preguntándose como narices acertar a la próxima.