Frontispicio

“El diablo está en los detalles”

miércoles, 15 de agosto de 2012

La cuadratura del círculo



       Y dijo Mariano: “Haré que el déficit público se reduzca” y el pueblo vio que era bueno. Después dijo: “Haré que disminuya el paro” y el pueblo vio que era bueno. Terminó diciendo: “Bajaré los impuestos” y el pueblo vio que era bueno y justo.

    Y hubo un desalmado que preguntó: ¿Y como lo hará?. Dijo Mariano: “Mire usted, es fácil, haciendo las cosas como Dios manda crearemos empleo, miles de puestos de trabajo, estos trabajadores pagarán más impuestos y cotizarán a la Seguridad Social. Con sus impuestos reduciremos el déficit público y con menos déficit público nos podremos permitir reducir impuestos. Y esto será Jauja y los españoles serán felices para siempre”. Y el pueblo lo votó porque vió que era bueno.

    Y llegó el décimo día y no crearon empleo y todo se fue al barranco y aún nos seguimos preguntando si estamos asidos al borde del precipicio, cayendo por el precipicio, a punto de destrozarnos en el precipicio o asidos de una costura de la falda de Mamá Merkel para no caernos por el precipicio.

  Y el pueblo anda preguntándose como narices acertar a la próxima.

sábado, 11 de agosto de 2012

Prefacio



Veo fotos de Picasso pintando en su estudio de Mougins, relajado en camiseta de tirantes o a pecho descubierto y lo imagino en ese verano húmedo de París, tan alejado de su tierra, pero con un detalle que la acerca a ella: su botijo.

A él le era necesario ese botijo para refrescar sus calores caniculares, humedecer las junturas de su caballete para afianzarlo, aclarar las acuarelas demasiado espesas, también, quién sabe, como herramienta de juego erótico con sus amantes ........... Ese botijo era su compañero de confidencias secretas, su asistente personal, su recurso último de inspiración, todo eso y mucho más.......

Y como todas las cosas queridas, en el luctuoso día de su caída accidental y defenestración, Picasso sintió como una parte de su ser se desgajaba, un pequeño vacío en su eterna alma de pintor reclamaba su pesar.

Y ese botijo es la prosopopeya de aquello que siempre es necesario para realizar cualquier obra maestra. Por muy grande que se la empresa, por importante que se presente el reto, por inmortal que sea una obra, siempre son necesarios detalles banales, ordinarios que posibilitan su consecución. Y sin ellos serían, simplemente, imposibles.

Y son esos detalles nímios, intrascendentes, desapercibidos, fútiles y banales los que quiero poner en valor en este proyecto de atalaya paciente. Acompáñenme si es su deseo.